Estoy montada en un avión de Atenas a Londres hay un poquito de turbulencia y pues no les niego que trato de pensar en otra cosa para que mis nervios no despierten.
A lo lejos se escucha un bebe llorar y se perfectamente que siente la mamá porque lo he vivido. También veo cómo duerme de rico mi marido y pues que éxito ser él y la chica rubia que llevó al lado. Yo al ritmo de “I must been love” y estás frases trato de olvidar qué hay turbulencia. Y pues también busco una metáfora para lo que a veces vivimos en nuestra vida cuando tenemos problemas que a veces parecen turbulencias. La verdad que en mi caso “las turbulencias” de la vida me han enseñado a ser más fuerte, a poder entender que quien es feliz ha teñido tristezas y a sanar con rapidez cualquier herida porque todo en esta vida es pasajero...lo bueno y lo malo.
Mientras escribo parpadeo, casi me vuelvo a quedar dormida y un dolor de barriga se quiere asomar, pero no pienso en eso. Mi madre me ve sonríe u es inevitable que piense en mi papito bello que sé que desde el cielo esta feliz por ver cómo estamos. No les puedo negar que lo extraño de hecho llegar al aeropuerto en Londres me recuerda a él. Todo me recuerda a él, pero en este aeropuerto de Londres donde llegaré para abordar el avión que me trasladara a Miami me acuerda cuando llegue a Londres a aprender inglés y yo llamaba a casa para pedir todos los días que depositarán más dinero...fueron buenos tiempos, de los mejores.
Pero bueno acá ya un poco más distraída hablando con mi madre y pues esperando ya aterrizar para hacer nuestro vuelo de conexión y llegar a casa luego de cruzar el charco.