Amo el agua caliente,soy de las que se baña con agua "pela pollo" como dicen por allí, de hecho siempre desde que estaba chiquita mi mamá me regañaba porque me decía que de tanto bañarme con agua caliente me pondría viejita muy rápido y aunque no sé si al final del día tendrá razón, pero como dicen por allí "más sabe el diablo por viejo que por diablo".
El tiempo ha seguido pasando y sigo con mis mañas de infancia solo con la diferencia que con la experiencia que nos dan los años y las vivencias he aprendido que nada como una rica ducha de agua caliente que finalice con un poco de masoquismo, es decir en medio de mi baño de agua caliente siempre abro la llave del agua fría para hacer que mi cuerpo se acostumbre a eso que le llamamos lo inesperado.
Es un trabajo terapéutico que he utilizado a lo largo de los años para acostumbrar a mi cuerpo a eso que llaman "te cayo como balde de agua fría", cuando uno espera lo malo pocas cosas te sorprenden y si te sorprenden por lo menos extrañan menos. Es un poco esperar lo malo primero, porque si llega lo bueno te alegras, pero si llega lo malo ya tienes piel de cocodrilo.
Mi sugerencia mi gente es que tengamos los sentidos bien abiertos porque con el pasar de los años debemos superarnos a nosotros mismos y evitar decepciones que nos haga tener bajones emocionales. Recuerden siempre que los años y las experiencias que acumulamos nos deben servir de protección ante las circunstancias que la vida nos presente.