Cada día que pasa aunque digo que no me sorprende nada sigo sorprendiéndome con algunas personas, pues de forma pública pregonan practicar alguna disciplina espiritual o incluso una creencia religiosa con tanto afán que hasta me da pena ajena cuando observo que no existe coherencia entre su teoría y su práctica.
De hecho sinceramente a veces hasta les creo y cuando veo ciertas cosas hasta me pregunto: "será que yo estoy viendo algo que los demás no perciben?".
Incluso creo que en este punto de mi vida he logrado tener más respeto por los que dicen no creer en nada, porque por lo menos son más leales con ellos mismos. No les puedo negar que esta reflexión me ha llevado a suponer que muchas disciplinas espirituales pierden sus fundamentos cuando personas sin ningún respeto por ellos mismos ni por los demás agarran como modas lo que para otros es su salvación.
No dejemos que aquellas sanguijuelas emocionales logren destruir lo que con mucho esfuerzo y evolución en sus propios espacios han realizado de manera genuina muchos seres que han transformado realmente su vida con determinado culto, filosofía, religión, creencia, camino y pare de usted de contar. Hay que seguir creyendo, utilizando lo que nos sirve, pero siendo coherentes con nuestras prácticas. No dejemos que el mundo de la falsedad y la hipocresía nos gane. La batalla es personal, no existe nada que tengamos que demostrar, con Dios no hay que aparentar.