Aquí mientras ya estoy volando a mis vacaciones reflexiono sobre lo que implica estar enfocada siempre, confiar en Dios y nunca renunciar a tus sueños. De hecho que aún recuerdo las miles de foto que he visto del lugar a donde voy y cierro los ojos y me imagino, me visualizo parada en esos maravillosos escenarios y hasta quiero llorar. Y saben por qué, muy sencillo porque cada sueño que realizo me traslada en un viaje imaginario a mi antiguo cuarto verde de “Los Jardines del Valle” en Caracas y les juro que cumplir todos estos sueños de la mano de mi madre es como si mi papito bello estuviera acá sentado en este avión con nosotros.
Y se qué desde el cielo sonríe y vuelve a decir lo que siempre enfatizaba constantemente: “Siempre juntas, siempre unidas”. Porque para mi papá la
mejor forma de hacer las cosas era siempre en familia, apostando por la felicidad. Y saben qué de verdad que éxito poder decir que pertenezco al porcentaje de hijos al igual que como lo hizo mi padre que andan con sus padres para arriba y para abajo.
Mucha gente lo critica a uno y pues supongo que es parte de la crianza que recibieron. Yo voy acá ese este avión rumbo a Chicago, pues de allí saldremos rumbo a Europa y lo que hago es agradecer a Dios la oportunidad que me da cada día de seguir caminando de la mano de mi madre cada sueño.
Que éxito, que maravilla, que bendición. Saben qué mis amores y anoche cuando aún hacía maletas me arrodillé en mi cuarto a darle gracias a Dios de rodillas para seguir haciendo de mi camino al andar un camino lleno de gente que siga sumando millas de amor. El amor es lo que me mueve y mi vitamina “D” nunca NUNCA me desampara...Vitamina Dios, de la mano de Dios todo...sin él nada.